El inca Garcilaso de la Vega

1. Fundador de la literatura infantil en América

Reconocemos y destacamos al Inca Garcilaso de la Vega como el iniciador de la literatura infantil y juvenil del Perú y América, sin tomar en cuenta en esta apreciación el caudal vigoroso de la literatura folclórica apta para niños y jóvenes que constituye el rico legado recibido de nuestros antepasados y cuya sabia sigue fecundando el árbol del presente y el bosque de la literatura infantil y juvenil del futuro.

Porque con los relatos que el Inca Gracilaso de la Vega hizo e incorporó en los Comentarios Reales de los Incas, deja fundado este ámbito con narraciones que en su mayor proporción constituyen recuerdos de infancia y de juventud, pero también en donde se entremezcla la crónica histórica con la imaginación, la aventura y el fino humor.

Por algo José de la Riva Agüero apuntó que los Comentarios Reales de los Incas inicia el género literario de los recuerdos infantiles que creemos tan moderno. Anotación certera y precursora, derivada en parte de lo que el mismo Garcilaso revela al contarnos que lo dicho en este libro lo “mamó” en la leche materna.

Y es que fue así. Buena parte de los Comentarios Reales de los Incas están escritos en base a las tradiciones que los indios contaban a Garcilaso cuando era niño. 

Como él mismo lo declara, su crónica no es más que la transmisión fiel de la tradición oral de los Incas que él escuchó en brazos de sus ancestros y que oyó en sus “niñeces” a su madre, hermanos, tíos y otros mayores que rodearon su mundo infantil en la ciudad del Cuzco.

 

2. Inspirados en la visión de futuro

 

Señalamos al Inca Garcilaso de la Vega como el iniciador de la literatura infantil y juvenil del Perú y América por las siguientes razones que se agregan a los argumentos ya expresados:

a) Es el primer mestizo, el producto glorioso de una nueva raza, el hijo de un capitán español y de una ñusta o princesa incaica. Y como tal el punto de encuentro y de partida de todo lo auroral, alentador, positivo y trascendente en el nuevo mundo.

b) Porque el nacimiento de la literatura infantil en América no puede tenerlo un autor que no recoja el aporte del folclore y de las raíces genuinas de nuestra identidad más germinal, porque de lo contrario significaría desconocer siglos de historia y cultura.

c) Porque su obra fue escrita para los nuevos hombres de estas latitudes, para los hombres del futuro, en donde tienen lugar preferente los niños y los jóvenes.

d) Porque en su obra está no solo la semilla sino el brote de todo lo significativo  que ha de crecer después o más tarde en estos ámbitos, en primer término el anhelo de ser una patria con identidad y pertenencia a nuestras raíces fundacionales.

e) Porque hay escritores inmediatamente posteriores, de la época de la colonia y después de los inicios de la época republicana de nuestros países, que escribieron inspirados en la visión de futuro, tal y cómo lo soñó Garcilaso.

 

3. Con la más fina fantasía infantil

 

Los Comentarios Reales de los Incas no solo es una obra escrita con una “visión de infancia”, sino que por su amenidad, intimidad y limpidez, es un acervo que contiene numerosas páginas que los niños han hecho suyas.

Ello corrobora la naturaleza de la obra de estar concebida, sentida y pensada desde una perspectiva primigenia y auroral, como son los niños y jóvenes.

Es sintomático incluso cómo partes importantes de este libro han sido reunidas por Raúl Porras Barrenechea y presentadas como Recuerdos de infancia y juventud.

Hay en los Comentarios Reales de los incas, intercalados con hechos y eventos históricos, relatos tales que parecieran escritos con la más fina fantasía infantil.

Así por ejemplo los sucesos: “De un caso extraño que pasó en el valle de Hacarí” o “La aventura de Rodríguez Niño y los galeotes, que narra las peripecias de un personaje a quien encomendaron partir a España con un gran número de galeotes y éstos se le fueron perdiendo a lo largo del camino.

 
Narraciones como éstas hay varias que el autor declara que las ha intercalado “para distraer y no hacer la lectura monótona”.

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